La Orilla Infinita
MARU BOTANA
Marzo de 2006
¿Cómo fue tu infancia?
Muy linda y tranquila. Mi papá es médico y mi mamá ama de casa, así que ella se dedicaba a nosotros. Mis padres siempre estuvieron muy presentes. Tengo aún hoy un vínculo muy fuerte con ellos.
¿Cómo nace tu inclinación por la cocina?
Mi mamá me inculcó el amor por la cocina y hasta hoy en día me ayuda mucho con los locales, pero la verdad es que con esto se nace. Es algo interno, un arte. Hoy esta carrera está un poco más valorada, pero a veces se la ve como una cosa demasiado “fashion”, donde los chicos empiezan, se cansan y cambian de lugares desvalorizando la profesión. Cuando yo empecé era diferente. Hice un stage en Estrasburgo, Francia, con Francis Mallmann, donde estar en el trasfondo de una cocina era muy importante.
¿Cómo llegaste ahí?
Yo empecé solita. Al principio comencé cocinando para mis amigos y vendía tortas para afuera. En ese momento, ya estaba relacionada con la revista "Cuisine & Vins", en la Expo Gourmandise, en el que hacían un concurso de la mejor torta. Presenté dos: una que todavía sigo ofreciendo en el local (bombón de chocolate) y otra que era con el logo de Cuisine, que eran dos huevos fritos. Tenía 15 años y gané el premio. Un amigo en común me presentó a Francis que me convocó a una entrevista en su restaurante “Patagonia”. En ese momento la entrevista era para convocarme como moza, pero le dije que mis intenciones eran estar en la cocina. Contra viento y marea, me fui con las muestras de repostería a presentarle lo que hacía. Empecé a trabajar y a los seis meses tuve la suerte de ser invitada a realizar la stage a Francia. Fue la oportunidad de mi vida y un mes y medio inolvidable. Allí trabaje como 2 años. En el ’92 me fui con Mallmann a Expo Sevilla. Después de esa experiencia, me dijo que me había llegado el momento de “volar”.
¿Y pudiste terminar el secundario?
Si, y empecé la facultad. Estudié Licenciatura en Administración de Empresas. La verdad es que pensaba en hacer otra cosa, trabajar en una empresa, porque nunca relacioné la cocina con ser empresaria. Pensaba que iban por carriles separados.
¿Y cómo fueron los primeros años?
Difíciles. Mis padres no tenían una posición tan holgada como para ponerme un comercio. Pero con mucho esfuerzo, mi padre me ayudó a abrir el primer local en Suipacha y Arroyo. Era muy chiquito y lo hicimos a pulmón. Fue difícil la habilitación, tomar la gente, la parte administrativa…Hoy hace doce años que lo tenemos.
¿Tu marido trabaja con vos?
Me ayuda en toda la parte administrativa. Cada uno tiene bien delimitados los roles y no tenemos peleas por el trabajo. Pero la remamos juntos. A veces parece que por ser conocida, una debería tener un mega local con merchandising, etc, pero las cosas no son así. Nosotros vamos despacito, nuestra filosofía es hacer todo artesanal, acá no hay máquinas ni productos artificiales, las tortas son del día, la comida es toda fresca. Como me decía mi padre: en la vida hay que subir los escalones de a uno. Hoy vengo al local y estoy orgullosa de los que logré.
¿Ya estabas en pareja cuando abriste tu primer local?
No, lo hice con la ayuda de mis padres. Todavía no me conocía nadie y me llamaron para hacer el programa de cable en Utilísima “Todo dulce”. Trabajaba de sol a sol, hasta pensé que nunca me iba a casar!!. En esa época conocí a mi marido y desde el comienzo le compartí todas mis cosas.
¿Cómo es esa historia de amor?
Yo vivía dentro del restaurante y mi mundo social pasaba por ahí. A Bernie lo conozco de chiquita porque vivíamos a una cuadra y nos cruzábamos, pero nunca nos dimos corte. Mi hermano y él empezaron a estudiar agronomía y se juntaban en casa, pero tampoco nos mirábamos. El día que mi hermano se recibió, le preparé una cena especial. Había trabajado como loca y ese día no sólo me sentía agotada, sino la más fea del mundo. Cuando volvía a mi casa, Bernie empezó a hablarme y me fue comprando…Nos enganchamos muchísimo y hoy tenemos un matrimonio muy lindo, con mucha onda y diversión. Siempre le buscamos la vuelta y somos cómplices en muchas cosas. Y aunque tenemos trabajos muy distintos: el local, la tele, los libros y él que viaja seguido al campo, nos unimos y nos complementamos.
¿La tele que te da?
Me da alegría. La gente me divierte, me encanta. Es como una terapia, cuando me meto ahí, disfruto. Soy muy divertida y positiva.
¿Quién genera las ideas para los programas?
Pasé por varias etapas. En Utilísima eran programas grabados y todo era más estipulado. Empecé muerta de miedo y poco a poco comencé a tomarle el gustito a la tele. De repente empezaron a llamarme los canales de aire.
¿Por qué creés que pegaste en la televisión abierta?
Creo que me llamaban por mi espontaneidad. No soy dos Maru diferentes, soy la misma en televisión que en mi casa. Nunca me preparo mentalmente para ir a la tele, me gusta participar a la gente de mis cosas, de mi vida y en algún lugar siempre hay una identificación, porque soy real. Creo que los productores trataron de aprovechar la frescura que trasmito y soy diferente cuando me dan más libertad. El programa que más me gustó fue “Maru a la tarde” que duraba dos horas y me daba tiempo para jugar y hacer otras cosas además de cocinar. A mi lo que más me gusta de la tele es el contacto con la gente, el abrazo, saber que les pasa, poder charlar…
El nuevo programa de Telefé “Cocina Rodante” fue diferente a todos…
Es un producto muy bueno, cocinar en diferentes lugares de Argentina, junto a mis hijos fue hermoso. Yo lo propuse y salió un programa espontáneo y auténtico. La Argentina tiene lugares que te ponen la piel de gallina y con el equipo lo hicimos con mucho amor y buena onda.
¿Cómo ves la tele hoy?
Difícil. Todo se reduce al rating. Por suerte no veo televisión y mis hijos tampoco. Me da pena que hay programas muy buenos que tienen que sufrir las consecuencias de las mediciones, eso te trasmite la guerra que hay. Hoy la realidad es esa.
¿Ganaste un Martín Fierro?
Si, me dio mucha emoción y fuerza para seguir adelante. Es un gran incentivo. El año pasado también estuve nominada por Planeta Disney, un programa que me encantó hacer.
¿Te molesta que te encasillen entre ollas?
Si, yo sé que doy para mucho más. Me encantaría conducir y que la gente no me asocie todo el día con la cocina. Quisiera hacer un programa para adolescentes con entretenimientos, o algo para la mujer que no sea el magazine convencional y trillado, sino algo más loco, mas completo, que abarque a la mujer en todas sus actividades.
¿Harías algún trabajo en el exterior?
Me encantaría trabajar en Uruguay, hacer un programa divertido, de entretenimientos. Uruguay es un país que quiero mucho y dentro de mis sueños siempre estuvo tener un programa en la televisión abierta de ese país. Tengo la cabeza abierta para recibir cualquier propuesta porque por suerte soy muy dúctil y tengo mucho para ofrecer.
¿Te molestan las críticas?
Me llegan y sufro. Yo no me meto con nadie, pero a veces estando en los medios, si no encuentran nuevos chismes se meten con cualquiera. A veces me hago mucha malasangre.
¿Te gustaría tener un programa en El Gourmet?
Si, me gustaría porque allí podría dar todo lo que la gente espera de mí con respecto a la cocina. En el aire no se puede cocinar, las recetas se pasan rápido porque es en vivo.
¿Cómo te arreglas con la tele, la familia, los locales?
Soy una hiperkinética tranquila. Mi objetivo principal es que mis hijos sean felices y con esa base, es importante estar bien uno. Corro bastante y estoy rodeada de gente muy capaz. El tiempo pasa muy rápido y no quiero perderme nada, así que llevo a los chicos a todos lados. Los disfruto mucho, lo hago con gusto y no protesto. Soy una mujer llena de energía y me encanta la vida cargada de actividades.
¿Cuál es tu anhelo de familia?
Siempre tuve la fantasía de tener una familia grande, muchos chicos. Quiero tener un hijo más. Estoy convenciendo a mi marido, pero yo por mí, llegaría hasta 7. Son lo más importante de mi vida, me dan alegría, energía…todo.
¿Tu mayor satisfacción?
Llegar a lo que llegué. Miro para atrás y no lo puedo creer.
¿Qué proyectos tenés para este año?
Voy a dar clases de cocina y sigo con los locales y los libros. Me encantaría que este año me convoquen para participar de alguna tira de ficción y poder demostrar que puedo ir por más.
Es una de las conductoras más queridas de la televisión por su frescura y autenticidad. Su nombre completo es María José González Botana, pero desde chiquita todos la llaman MARU.
Esposa, mamá, conductora y empresaria, desplegó su encanto en Disney Channel, cocinó sobre patines y estuvo en el programa hasta el mismo día en que dio a luz a uno de sus cuatro hijos, regresando a la T.V al otro día del parto. Maru es una cocinera que no se puede encasillar. Creó un estilo diferente en lo que a programas de cocina se refiere, dejando afuera el acartonamiento y la rutina. Entusiasta, enérgica y espontánea, se muestra ante las cámaras tal cual es y con su carisma, es la encargada de arrancar una sonrisa a todas las generaciones que la siguen.