La Orilla Infinita
JAIME ROOS
Se siente Fuera de ambiente
Diciembre de 2006
Está cansado, pero sus ojos tienen un brillo especial. Es que esta etapa de presentación a la prensa es agotadora y lo que más espera, es “salir a la cancha” con los conciertos en vivo.
Jaime Roos acaba de editar su nuevo disco “Fuera de ambiente”, a treinta años de haber grabado sus primeras canciones. Las letras, música, arreglos, dirección musical y producción son del propio Roos, es por eso que se toma su tiempo para que todo salga tal como él lo imaginó.
Desde su último disco “Si me voy antes que vos” en 1996, no tuvo un minuto de descanso: grabó “Concierto Aniversario”, hizo la música para as películas “El Amateur”, “El Sueño de los Héroes”, “El viaje hacia el Mar”, produjo el disco de Adriana Varela, grabó “Contraseña” y no paró de tocar en vivo (más de 300 conciertos), produjo a la banda Trotsky Vengarán y también se hizo tiempo para componer y producir el nuevo trabajo… y hasta casarse y arreglar una casa.
Afectuoso, sonriente y dispuesto en cada respuesta, sigue llevando hasta las últimas consecuencias la fusión del candombe con el rock de una manera talentosa e inigualable.
Se lo nota feliz.
Cuando tenías 21 hiciste dedo por toda Latinoamérica
Ese viaje fue muy intenso, puesto que cuando uno hace dedo, conoce el país desde todos los ángulos. De repente nos levantaba un camionero y teníamos que viajar 500km. por el desierto de Perú con chanchos y ovejas, y otras nos llevaba un Mercedes Benz con un tipo que tenía un palacio en Ecuador…
Lo hice casi todo con mi novia y madre de mi único hijo, Franca. La última parte ella se quedó en el Titicaca, en Bolivia. Es de armas tomar. Se quedó sola con los indios y yo desesperado para que se venga conmigo al Uruguay. Tenía que volver por cuestiones familiares de urgencia y me dijo: “no, andá solo y yo voy en un par de meses”. Titicaca-Montevideo lo hice solo… y un día cayó.
¿No supiste más de ella en ese tiempo?
Me llegaron un par de cartas. Yo siempre le envié cartas a poste restante de distintas ciudades. El poste restante es un lugar del correo donde uno va con el documento y puede recoger sus cartas. La canción que dice “Franca, Franca dónde andás en navidades…” Es una carta que yo le escribí a la poste restante en la ciudad de Santa Fé, suponiendo que ella la iba a leer en algún momento cuando bajara. En realidad, ella llegó un par de días antes de que la mandara, así que hasta el día de hoy la carta debe estar durmiendo allí…
En ese viaje, en Ecuador nos subimos al volcán Cotopaxi a más de 5000mts. y yo estaba en mocasines!! En Piura, al norte del Perú, le hice dedo al director del hospital de tuberculosos y nos quedamos a dormir dos días en el hospital.Me acuerdo del lago Atitlán en Guatemala, donde nos encontramos con todos los hippies del mundo
¿Eras hippie?
No, pero el que me veía decía que sí. Nunca me comí la pastilla del hippismo.
¿Por qué volviste a Europa después de ese viaje?
Esa era la idea. Viajamos de México a Montevideo entrando por el Pacífico, los Andes y queríamos volver por el Atlántico, cosa que finalmente hicimos. Fuimos a Argentina volviendo por Misiones, Paraguay, nos metimos en diagonal hacia San Pablo, por la costa brasileña hasta Maceió y ahí le hicimos dedo a un barco que nos llevó de vuelta a Europa.
¿Cómo se le hace dedo a un barco?
Hablás con el capitán y le decís “No me lleva?, no tengo dinero para volver”… Es muy difícil que te digan que sí y menos con una mujer al lado. Nunca me olvidaré de ese capitán noruego, en un barco de bandera liberiana, con tripulación china y oficiales británicos, llevando a un uruguayo y una holandesa. Como ella era una dama y la cortesía marítima así lo exige, nos dio el camarote del propietario del barco, que era más grande que la del capitán. Comíamos con él y el primer oficial.
¿Por qué creés que el capitán te dijo que podían subir?
Porque nos vio la cara y se dio cuenta de que éramos buena gente, por la vibración que teníamos. La verdad es que era imposible que nos levantaran…
Ahí me fui a París, hice una gira por toda Europa y terminé en Bagdad, tocando un mes en un cabaret de mala muerte que se llamaba “Moulin Rouge”, con el ballet folklórico argentino de malambo “Los indianos”. Fue muy raro. Algo bizarro…
Mi novia con la cual me vivía separando y juntando, quedó embarazada de mi hijo y ni bien lo supimos, me fui a vivir con ella a Ámsterdam. Ahí me radiqué y nació Xamadú, que hoy tiene 28 años.
¿La paternidad te cambió la cabeza?
El hecho de tener un hijo no cambió para nada mis ideas, ni mi vida artística, ni mi vida laboral, pero me cambió enormemente en relación a la visión de otras cosas. A partir de allí comencé a ver a mis padres de otra manera, desgraciadamente mi padre ya había fallecido. Cada palabra que ellos nos dijeron, cada error que le atribuímos, injusticias que cometimos con ellos siendo jóvenes y soberbios, aunque también hay errores que cometieron ellos. Yo no tengo lo que se llama “facturas” con mis padres, ambos han fallecido, pero en aquél momento el sentimiento fue la “antifactura”. Fue como decirles “gracias, gracias, gracias…”
¿Qué te gusta hacer con Xamandú?
Todo. Realmente tengo una relación de mucha amistad con mi hijo. Tenemos gustos parecidos, pero esencialmente compartimos cosas artísticas.
¿Él también es artista?
Es fotógrafo de profesión. Cursó la carrera de Bellas Artes en La Haya y tiene un título universitario. Hizo las cosas bien, seriamente. Y me gusta que haya logrado lo que quería y pueda vivir de su trabajo. Con él compartimos desde una película mala hasta una buena, una música descacharrante hasta una que te hace volar, a él le gusta mucho cocinar, nos gusta mucho viajar juntos…encima sabe mucho de música y es muy buen crítico.
¿Te admira?
Es muy crítico conmigo y cuando lo es, es feroz, como todos los hijos con sus padres. Sé que admira muchas de las canciones que hice y eso para mí es un alivio. No todo, pero hay algunas, que yo sé que les da mucho valor. Y ya está. Más que eso no puedo pedir a ese nivel de mi hijo.
Desde el punto de vista afectivo, fue un grave problema cuando volví al Uruguay. Era una pieza que no encajaba del rompecabezas, él allá, yo acá… Por suerte con su madre después de separados tuvimos una muy buena relación, especialmente como padres. Xamandú viajó constantemente a Uruguay y yo a Holanda. Cuando tenía 17 se vino a vivir 3 años conmigo. Pudimos seguir siendo padre e hijo a pesar del obstáculo de la distancia. Obviamente que tuve que meter mucha energía, mucha disciplina: un cassette grabado todas las semanas, fotos…no había fax, ni mail y era más difícil, pero se puede. A veces veo padres separados que viven a 20 cuadras de sus hijos y no los ven y pienso “esta gente está loca”, ojalá yo hubiera tenido a mi hijo toda su infancia a 20 cuadras.
Hace 30 años de tus primeras grabaciones en París, ¿qué extrañas de esa época?
Poco, quizás lo más neto sea cierta sensación de frescura hacia la vida. No es que hoy sienta que la haya perdido…En mi nuevo disco, en la canción que abre el álbum hay un momento que estoy hablando con un amigo y le digo “frescura no rima con sabiduría” y siento que con los años uno es el mismo pero la cámara lo va poniendo en lugares diferentes. Extraño cierta espontaneidad, eso que a veces llamamos locura, frescura que hoy por hoy ha cambiado. Eso con respecto a la vida. En el trabajo no cambió absolutamente nada, sigo haciendo las cosas como las hice siempre. Ahora tengo más posibilidades técnicas y más presupuesto para mis discos o para mis conciertos, y más público que me apoya. Los shows suenan mejor, los discos también, vivo de lo que me gusta, pero artísticamente no cambió nada en el momento de encarar la composición o la producción de un nuevo trabajo. Es jugar a matar, dejando el alma.
Nombrame algún interprete que te haya emocionado cuando cantó una de tus canciones…
Me pasó anteayer, en el programa de Fantino. La canción “Si me voy antes que vos”, es una canción que quiero mucho, tiene una letra particularmente espiritual para la cual elegí una música andina. Habiendo estado muchas veces en la montaña, hay ciertos sentimientos que se dan y que el lugar los hace propicios. No en vano la poesía quechua tiene características tan voladoras, tan espirituales. El hombre es parte de un paisaje y la acción espiritual está muy influenciada por él.
En ese momento quise ponerle una música de huaino. Cuando grabé el tema, hice dos versiones: una masculina y otra femenina. Esta última interpretada por Mercedes Sosa, que la cantó como los dioses y fue realmente un gran momento cuando lo grabó. Pero el otro día, estaban invitados Javier Malosetti, un bajista a quien admiro mucho y con quien toqué en un disco, y Peteco Carabajal, que para mí es uno de esos músicos que llamamos “del alma”. Se puso a cantar “Si me voy antes que vos” acompañado por Malosetti y la interpretó como tiene que ser cantada, desde adentro del alma. Cuando terminó no sabía qué decir, me quedé particularmente conmovido.
Hablando de espiritualidad, ¿sos creyente?
Soy agnóstico. No afirmo que Dios existe, pero tampoco lo contrario. Tengo una cruz colgada que no obedece a ninguna iglesia cristiana, sino a una especie de declaración de ética cristiana. Creo en Cristo como hombre y lo de Dios se lo dejo a las iglesias. Yo no lo enfoco de esa manera.
¿“Contraseña” fue un homenaje a otros autores?
Cuando hice “Contraseña” tenía ganas como intérprete de llevar adelante composiciones de autores que admiro, de hacer los arreglos a mi manera, cantados como a mí me gustan. Sacarme el gusto de ser un cantante y no un autor, sin esa presión de tener que componer. Era hasta como un desafío poder cantarlas, cosa que a veces hago en las pruebas de sonido o en algún cumpleaños. Es muy difícil que yo cante una canción mía en una fiesta, me aburre.
¿Te molesta que te pidan canciones en el escenario?
No me molesta para nada que me pidan los temas más populares, “los grandes éxitos”. Es lo lógico y le pasa a todo artista.
¿ Al empezar, te imaginaste poder llevar la murga al Teatro Solís?
Yo no me imaginaba llevar la murga a ningún lado. No me imaginaba que algún día iba a llegar a ser una fiesta popular. Siempre pensé que iba a ser un “under”, que iba a sacar un disco de vez en cuando. Jamás proyecté que yo iba a sintonizar con el gusto de la gente, por ende, nunca pensé en llevar a la murga al Solís…
¿Te gustaría ser un anónimo otra vez?
Desde el punto de vista de mi vida personal y privada, absolutamente SÍ, pero artísticamente no. Son 30 años detrás para decir, “bueno, ahora quiero empezar de vuelta de cero”. Responder eso sería snob de mi parte.
¿Cómo encontrás a los hermanos Ibarburu?
A los tres Ibarburu, los vi tocar cuando tenían quince años en las canteras. Ellos armaron una banda que hacía covers de otros grupos. En el año ‘94, no les dije nada y fui a verlos a un concierto donde había treinta bandas y me di cuenta de que iban a llegar lejos. Y no me equivoqué, son músicos de primera división. En el año 98, cuando yo paré de tocar, los convocó Fito Páez.
El nuevo trabajo se llama “Fuera de ambiente”, ¿te sentís así?
Yo estoy fuera de ambiente cuando hago música, hay otra gente que hace yoga... Cuando estoy en el estudio componiendo, vuelo. Por otro lado, en una doble lectura y mirando el aspecto más negativo de la frase, me siento fuera de ambiente con la música que se hace hoy en día, en cómo se manejan los programas en televisión, cómo entran los músicos a grabar, la relación con las compañías discográficas. Se ha desdibujado aquella frontera que siempre existió entre lo comercial y lo sincero y los terrenos ahora son más resbaladizos. Siento que estas canciones no están anticuadas. Fuera de ambiente es sentirlas de otra manera de cómo se están haciendo en general los discos.
¿Este trabajo es más introspectivo?
En los hechos lo es porque está basado en mi mundo personal más casero, de las puertas de mi casa hacia adentro, pero tampoco es un disco privado. Cada canción está hecha para ser compartida con la gente. Puedo filosofar sobre una serie de situaciones, solamente que los puntos de apoyo son las cosas más directas, más sencillitas, más de la vida.
¿Por qué en Uruguay la distribución se hace a través de Ancap?
Esta es una producción independiente mía, donde la licencio en Argentina a la compañía independiente Barca. Pude haberlo hecho con una multinacional pero elegí trabajar con mi amigo Elio Barbeito, que es además productor de mis espectáculos. En Uruguay busqué una vía no tradicional para su edición, con una compañía grande que tenga muchas bocas de venta y que pudiera utilizar al disco como un objeto promocional. A mi representante Alejandro Blut se le ocurrió ofrecércelo a Ancap, que cumplía con todos los requisitos. También está bueno que una empresa estatal apoye la cultura y confíe en el producto de un músico uruguayo. Desde el punta de vista estrictamente cultural, tiene un gran mérito.
¿Cómo fue recibido por el público el precio tan accesible?
A nosotros nos venía muy bien poder vender el disco a la mitad de lo que se vende en la disquerías, para poder combatir a los piratas que nos están desangrando y lo que más les duele es que te metas en el precio.
Yo no me tiro en contra de la industria discográfica, sino que pienso que tiene una serie de fallas que debe corregir. Esto que hicimos es una cosa puntual y creo que por cómo arrancó, nos va a venir muy bien a todos. Sin duda el mayor beneficiario es el público, que compra un disco nuevo en su versión original, no con 2 o 3 canciones y una tapa así nomás, sino una edición “posta”, a la mitad del precio. Desde que salió empecé a recibir mails de mucha gente absolutamente feliz con el precio.
¿Es tu primera producción independiente?
Discográfica sí, quiere decir que yo soy el dueño de la cinta, no de la producción artística que es otra cosa.
¿Ya no vivís más en la Ciudad Vieja?
Si, sigo viviendo allí
¿Qué opinás del rock uruguayo?
Que está viviendo un gran momento
Contanos cómo es el fixture de presentación del disco
Empieza el 17 de febrero, día del comienzo del carnaval, en las playas del Uruguay. Vamos a dar más de 30 conciertos gratuitos por los balnearios y como al uruguayo le gusta tirarse al agua, seguramente serán masivos, va a estar muy bueno. Luego viene la gira por el interior del país y Montevideo y el 27 y 28 de abril, haremos 2 Luna Park en Buenos Aires y en mayo una gira por ciudades del norte y sur de Argentina.
“Fuera de ambiente” es el resultado un disco cuidadosamente producido e impecablemente tocado. Los músicos que lo acompañan tienen un nuevo integrante de lujo: Hugo Fattoruso, que junto a Nicolás, Andrés y Martín Ibarburu, el negro Haedo y Gustavo Montemurro, componen una verdadera selección nacional uruguaya.
Jaime, en febrero…nos vemos en la playa.